Sin comerlo ni beberlo (qué paradoja), Juan estaba con una botella en la mano.
Y podía ser rebelde, pero no revolucionario.
Podría estar contra del Plan Bolonia, pero sin armas para enfrentarse a él.
Podría estar contra del sistema penitenciario, pero sin aliento para estar en pie.
Podría estar contra el capitalismo, salvaje y devorador, pero sin capacidad para estar de pie sin tambalearse.
Podría ser un esclavo. Para siempre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario